Corrí por el oscuro pasillo del edificio ya vacío con los materiales para la presentación agarrados como podía entre los brazos y mirando el reloj. Seis y veinte. El señor Ryan se iba a comer mi hígado crudo. Llegaba veinte minutos tarde. Como había quedado claro esa mañana, él odiaba la impuntualidad. «Tarde» era una palabra que no estaba incluida en el Diccionario del capullo de Bennett Ryan, como tampoco lo estaban «corazón», «amabilidad», «compasión», «hora de la comida» o «gracias».
Y ahí estaba yo, corriendo por los pasillos con unos zapatos de tacón de aguja italianos, a toda velocidad hacia mi verdugo.
«Respira, Chloe. Este tío es capaz de oler el miedo». Chloe en Beautiful Bastard
Y ahí estaba yo, corriendo por los pasillos con unos zapatos de tacón de aguja italianos, a toda velocidad hacia mi verdugo.
«Respira, Chloe. Este tío es capaz de oler el miedo». Chloe en Beautiful Bastard
Contadme, ¿la habéis leído? ¿Os gustó la serie de Beautiful Bastard?
No hay comentarios